domingo, 11 de octubre de 2009

REQUIEM POR JOSE AGUILAR, VICTIMA DE LA INSEGURIDAD CIUDADANA

JOSE AGUILAR AGUILAR, a tus setenta y nueve años de ganabas la vida honradamente por las calles de San José, Costa Rica, hasta que una bala que no era para vos, segó tu vida. Nunca podrías comprender vos, hombre de trabajo, que a pesar de tu avanzada edad buscabas como ganarte honradamente la vida, que viniera un malviviente extranjero y te matara. Pero a vos José, no te mató solamente la bala de este sicario extranjero. Te mataron también la cobardía, la ineptitud y la corrupción de las autoridades que constitucionalmente fueron creadas para protegerte.

Costa Rica siempre ha sido un país en que los asilados políticos y los extranjeros botados de su tierra por el hambre y la miseria han encontrado asilo, en lo que estamos de acuerdo. Pero lo que jamás podremos estar de acuerdo es que con esta cantinela mil veces gastada, zonas enteras del país se hayan convertido en guaridas de delincuentes extranjeros. Limón es propiedad de la mafia colombiana que trafica libremente con drogas y de chinos dueños de hoteles, bananales y casinos que envenenan los ríos y tienen a su servicio al alcalde y vice alcaldes del cantón central. En la zona sur, los verdaderos dueños de las localidades son miembros del cartel de Sinaloa, que en complicidad con policías corruptos trafican libremente con droga.

José Aguilar, nunca podrás entender como la Policía Municipal no estaba allí para defenderte, en vez de estar persiguiendo a vendedores de discos y videos pirateados, que son producidos por grandes empresarios colombianos que desde la clandestinidad lucran con el hambre de esta gente.

Tampoco entenderías como empleados de Migración venden cédulas de residencia a hampones de la peor ralea, en complicidad con notarios que inventan matrimonios de conveniencia y que son sorprendidos una y otra vez haciendo lo mismo y sin embargo continúan ejerciendo.

Nunca entenderías como la Municipalidad de San José dejó que un barrio completo, en el que el municipio había construido un mercado con un costo de seiscientos millones de colones se convirtiera en inhabitable y que los costarricenses honestos, dueños de sus residencias desde hace muchos años tengan que huir o encerrarse en sus casas antes de las seis de la tarde por temor a ser asesinados o asaltados. Nunca comprenderías, hombre de bien como el culpable de todo esto, incluyendo el despilfarro de seiscientos millones de colones de los contribuyentes en el Mercado del Paso de la Vaca, haya tenido el cinismo de querer ser candidato a la presidencia.

No es tu culpa tampoco José, que el Presidente de la República haya nombrado Ministra de Seguridad a una mujer totalmente inepta, porque la que si cumplía con esos requisitos no aceptara ese puesto porque podía quemar su imagen como candidata a la Presidencia.


El día después de tu muerte, se unieron estos cuerpos policiales para deshonrar tu memoria, montando un acto circense en el que detuvieron a varios extranjeros indeseables a los que lo más seguro, ya algún remedo de juez dejó libres por tener residencia conocida, aunque esta sea un burdel de mala muerte y porque son casados con un o una costarricense a quien ni siquiera conocen, como varios lo declararon en el momento de la detención.

También, siguiendo la payasada, cerraron varios negocios por no tener patentes, por qué no los cerraron antes?. Será que los inspectores municipales no pasan por allí o si pasan es simplemente para tender la mano, recibir su mordida y dejar el negocio operando?

No tienes la culpa, aunque lo pagaste con tu vida que los costarricenses elijamos (salvo raras excepciones) a diputadas y diputados cuya labor ha sido ser simplemente ser títeres de la Casa Presidencial y que cuando, por casualidad producen una ley, esta debe interrumpirse o derogarse, por ser un monumento a la improvisación y a la estupidez.

Tampoco tienes la culpa José Aguilar de que en Costa Rica existan burócratas de las Naciones Unidas que desde sus oficinas en barrios de millonarios, promuevan programas para atender refugiados, cuando muchos de los que así califican son solamente ladrones, estafadores y vendedores de droga. Recordá José que ellos tienen que justificar sus millonarios salarios en dólares.

Perdoná José, a nosotros los costarricenses porque bajo el manto del pacifismo, lo que escondemos es la cobardía. Cobardes por no echar a patadas a un funcionario municipal como Rafael Arias que poco tiempo después de tu muerte declaró al Diario la Nación que en Tierra Dominicana (el lugar en que moriste), se da un fenómeno y es que un grupo de extranjeros quieren controlarla y encargarse ellos de la seguridad, sin embargo esto no se puede permitir. Agregamos nosotros. En qué mundo vivirá este imbécil, que no se ha dado cuenta de que dominicanos y colombianos dominan este territorio desde hace mucho tiempo, mientras la Policía Municipal juega al gato y al ratón, montados en sus cuadraciclos pagados con nuestros impuestos, con vendedores ambulantes, que no son más que instrumentos de poderosos delincuentes que lucran con los derechos de autor, a pesar de que Costa Rica, por medio del TLC con los Estados Unidos se comprometió a protegerlos.


Cobardes por no atrevernos a hacer nosotros mismos lo que las autoridades que juraron por Dios guardar la Constitución no hacen. Recuperar nuestro país de la garras de estas lacras extranjeras.


Descansa en paz José Aguilar. Moriste como mueren los verdaderos hombres y mujeres, Ganándote el pan con tu trabajo honrado. Tu muerte pronto será olvidada y los verdaderos culpables de ella, seguirán impunes, hartándose de sueldos mal ganados, provenientes de las ubres del Estado. Ya el Tribunal Supremo de Elecciones abrió el proceso electoral y la mayoría de los costarricenses, por apatía o comodidad, dejaremos que los mismos ladrones, ineptos y corruptos sigan gobernando. Ya habremos cumplido con el rito sagrado de la Democracia, aunque este no sea más que un cambio de ladrones.


Porque a vos José Aguilar no te mató la bala de un sicario. Te mató este sistema de mierda, que los costarricenses insistimos en llamar democracia.

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