PORTUGAL:
La lluvia y la neblina abrazaban la estructura del viejo puente de hierro sobre el Duero, un puente temido y degradado de 200 metros de largo, cuatro de ancho y 50 de altura construido hace 116 años para caballerías y carretas de bueyes. Aquella noche, la del pasado domingo, con las aguas del río crecidas y furiosas a causa de las lluvias, la profecía de los lugareños se cumplió.
El puente mató en su caída a los aproximadamente 70 humildes pasajeros de un autobús, todos paisanos de Castelo de Paiva y su comarca, que regresaban de un agradable paseo campestre, y a los ocupantes de otros dos vehículos de circulaban detrás, en uno de los cuales viajaba un matrimonio con sus dos hijos.
Demasiados muertos para Jorge Coelho, el ministro portugués de Obras Públicas y mano derecha del primer ministro António Guterres. Coelho, señalado como responsable directo de la tragedia, presentaba ayer su dimisión junto con cinco secretarios de Estado de su Departamento.
Coelho conocía de primera mano la decrepitud del puente. Hace un año y medio lo visitó constatando públicamente su deterioro. «Pero no hizo nada, sólo decir mentiras, como vienen haciendo desde hace 20 años todos los gobiernos. Ahora parte de mi familia ha muerto. Todos sabíamos que el puente era muy peligroso, pero el Gobierno nos tiene abandonados. No existimos en el mapa. No somos nada», denunciaba José Carvallo mientras observaba en el bravo río la angustiosa búsqueda de cuerpos, aún sin resultado, bajo la lluvia torrencial.
El primer teniente de alcalde de Castelo de Paiva, Lino Pereira, culpa al Instituto de Carreteras del Portugal y al Gobierno. «El Ayuntamiento reclamó ya en 1998 un nuevo puente y la reparación del viejo, porque no había garantías de seguridad. El ministro Coelho es el responsable de que no se construyera»
COSTA RICA:
Un puente de madera construido sobre el Río Tárcoles, a inicios del siglo pasado, del cual las autoridades locales habían advertido sobre su pésimo estado, a la Ministra de Transportes en varias ocasiones sin recibir respuesta alguna, se derrumba produciendo la caída de un autobús, la muerte de cinco personas y heridas serias a varias personas más. El Presidente de la República Oscar Arias Sánchez, respalda públicamente a su Ministra de Transportes e indica que es poco profesional culpar únicamente a la Ministra González por la tragedia ocurrida.
Cabe aclarar que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes no había recibido únicamente esa advertencia. Ya una empresa consultora japonesa había advertido que hay varios puentes a punto de colapsar y también el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos se ha pronunciado al respecto. En el penoso caso del accidente en el Río Tárcoles, no puede el Estado alegar falta de fondos para la construcción de un nuevo puente, porque desde hace más de siete años, las piezas para su construcción, se pudren en uno de los planteles del Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Coincidimos con el Presidente Arias en que la única culpable de esta tragedia no es la Ministra González. El culpable de la gran cantidad de los males que hoy azotan a este país centroamericano, son las políticas neoliberales impulsadas por Arias y los gobernantes anteriores, que han convertido al estado costarricense en un mamarracho que solamente sirve para colocar amigos en puestos importantes. En su tiempo, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes construyó grandes obras en el país. Luego bajo privó la premisa falsa de que el Estado era incapaz de construir obras y esto era mejor dejarlo en manos de la empresa privada, por medio de la figura de la concesión de obra pública. El resultado para el país ha sido funesto. Se entregó el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría a la empresa Alterra, la cual no hizo más que lucrar del mismo, incumpliendo el contrato que firmó en lo relacionado con la remodelación del mismo. El premio que dio el gobierno de Arias y la Ministra González fue permitirle a la infractora Alterra, vender sus acciones a otra empresa y ampliar el plazo de la gestión interesada por cinco años más. En el caso de la empresa española Autopistas del Sol, recibió la concesión de la autopista a Puerto Caldera, y hoy se encuentra lucrando incluso con partes de la carretera que habían sido construidas por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes. Cuando la empresa se quedó sin financiamiento de parte de bancos internacionales, en una actitud poco digna la licenciada Karla González, se dedicó a representar el papel de Gerente Financiera de esta empresa española y viajó a Estados Unidos y a España a buscar financiamiento para este empresa. Mientras, los puentes de las zonas rurales colapsaban, pero qué le iba a importar esto al gobierno de la plutocracia. De todas formas eran simples campesinos los que transitaban por ellos. La señora Ministra no podía perder su tiempo en planificar la reparación de estos puentes o pedir cuentas a los responsables. Antes debía de arreglar las finanzas de las transnacionales que venían a lucrar con los costarricenses.
El caso ocurrido en Costa Rica y el caso de Portugal guardan muchas similitudes.
Se trataba de un puente que estaba colapsado. Las autoridades locales habían advertido al máximo jerarca de este hecho. El Ministerio respectivo no hizo nada para resolver el problema.
Sin embargo la gran diferencia es que el Ministro portugués tuvo el valor y la hidalguía de reconocer su error y dignamente renunció a su puesto y el primer ministro portugués a pesar de que el Ministro de Transportes era su hombre de confianza, no lo apoyó. Algo muy diferente sucedió en Costa Rica, donde el mandatario Arias se ha convertido en el alcahuete de Ministras o otras funcionarias ineptas y corruptas.
A pocos meses de las elecciones, el costarricense puede juzgar cual ha sido el papel de Oscar
Arias. Demagógicamente indicó durante la campaña que ha ya había mil personas trabajando en elaborar sus programas de gobierno. Al llegar a éste nos dimos cuenta que los funcionarios capaces se pueden contar con los dedos de las manos de un manco. Abundaron eso si los chupamedias y los funcionarios corruptos que se dedicaron a gastar el dinero del pueblo en asesorías de dudoso resultado. Los actos de corrupción han surgido uno tras otro. En este momento su ungida como sucesora política recorre el país besando niños y ancianos y ofreciendo seguridad ciudadana, que ya sabemos que no va a cumplir, porque nunca lo hizo cuando estuvo en el gobierno.
El pueblo tiene en este momento la decisión en sus manos. Apostar al continuismo de la incapacidad, corrupción e impunidad o elegir un gobierno que si se preocupe por los intereses del pueblo.
Somos libres de elegir pero después, no nos lamentemos cuando el resto de los puentes del país se sigan derrumbando y los culpables se cubran bajo la impunidad presidencial.
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